Días Del Futuro Pasado

Han pasado ya más de 20 años desde que Erik Davis formuló en su ensayo Roots and Wires (Raíces y Cables) la imparable intersección entre los sonidos ancestrales y los ritmos futuristas, entre lo telúrico y lo cósmico, entre el aliento orgánico y el espasmo electrónico. O en definitiva, si sustituimos raíces por venas, entre el hombre y la máquina. Ese trenzado mágico entre raíces y cables, además de ser una certera y hermosa metáfora, está dando algunos de los frutos sonoros más exuberantes del panorama actual. Quizá algunos sigan creyendo que se trata de turismo musical, del sobado mestizaje o de la tan traída y llevada apropiación cultural. Pero no. Es más bien lo más cerca que podemos llegar a estar de un soñado esperanto sonoro, multiforme y radiante, magnético y fascinante. Al fin y al cabo, la pura esencia de la persona, que no es sino una ecuación entre el pasado y el futuro. Así que, citando a los Moody Blues (glups!), ¡bienvenidos a los Días del Futuro Pasado!